domingo, 30 de mayo de 2010




Modelo de examen de la tercera evaluación de ESPA SEMIPRESENCIAL
Lengua/ Ámbito de comunicación.


Fuimos luego a la escuela de idiomas, donde tres profesores celebraban consulta sobre el modo de mejorar el de su país.
El primer proyecto consistía en hacer más corto el discurso, dejando a los polisílabos una sílaba nada más, y prescindiendo de verbos y participios; pues, en realidad, todas las cosas imaginables son nombres y nada más que nombres.
El otro proyecto era un plan para abolir por completo todas las palabras, cualesquiera que fuesen; y se defendía como una gran ventaja, tanto respecto de la salud como de la brevedad. Es evidente que cada palabra que hablamos supone, en cierto grado, una disminución de nuestros pulmones por corrosión, y, por lo tanto, contribuye a acortarnos la vida; en consecuencia, se ideó que, siendo las palabras simplemente los nombres de las cosas, sería más conveniente que cada persona llevase consigo todas aquellas cosas de que fuese necesario hablar en el asunto especial sobre que había de discurrir. Y este invento se hubiese implantado, ciertamente, con gran comodidad y ahorro de salud para los individuos, de no haber las mujeres, en consorcio con el vulgo y los ignorantes, amenazado con alzarse en rebelión si no se les dejaba en libertad de hablar con la lengua, al modo de sus antepasados; que a tales extremos llegó siempre el vulgo en su enemiga por la ciencia. Sin embargo, muchos de los más sabios y eruditos se adhirieron al nuevo método de expresarse por medio de cosas: lo que presenta como único inconveniente el de que cuando un hombre se ocupa en grandes y diversos asuntos se ve obligado, en proporción, a llevar a espaldas un gran talego de cosas, a menos que pueda pagar uno o dos robustos criados que le asistan. Yo he visto muchas veces a dos de estos sabios, casi abrumados por el peso de sus fardos, como van nuestros buhoneros, encontrarse en la calle, echar la carga a tierra, abrir los talegos y conversar durante una hora; y luego, meter los utensilios, ayudarse mutuamente a reasumir la carga y despedirse.
Mas para conversaciones cortas, un hombre puede llevar los necesarios utensilios en los bolsillos o debajo del brazo, y en su casa no puede faltarle lo que precise. Así, en la estancia donde se reúnen quienes practican este arte hay siempre a mano todas las cosas indispensables para alimentar este género artificial de conversaciones.
Otra ventaja que se buscaba con este invento era que sirviese como idioma universal para todas las naciones civilizadas, cuyos muebles y útiles son, por regla general, iguales o tan parecidos, que puede comprenderse fácilmente cuál es su destino. Y de este modo los embajadores estarían en condiciones de tratar con príncipes o ministros de Estado extranjeros para quienes su lengua fuese por completo desconocida.



1. Haz un resumen de este texto de Los Viajes de Gulliver en unas cinco líneas. (2 puntos)
2. Ponle un título al texto. (1 punto)
3. Distingue las partes en las que se puede dividir el texto. (2 puntos)
4. ¿Cuál es la idea principal del texto? (1 punto)
5. Da tu opinión personal centrándote en las siguientes preguntas (3 puntos):


  • ¿Crees que sería más útil y saludable un lenguaje basado sólo en nombres de una sola sílaba? Intenta construir una frase que tenga sentido utilizando sólo nombres monosilábicos.
    ¿Podríamos comunicarnos sin verbos, adverbios, adjetivos, pronombres, artículos, conjunciones ni preposiciones? Ahora imagina que tienes que hablar sólo con nombres, propios o comunes…
  • Si tuviéramos que enseñar aquello de lo que hablamos, ¿cómo podríamos hablar de las matemáticas, de los ángeles, de las sirenas o de los niños de África?
    ¿Cómo podríamos expresar un deseo o dar una queja o hablar de la propia lengua?
    ¿Cómo podríamos escribir y representar una obra de teatro
    o crear un poema lleno de metáforas del tipo ‘las manzanas son olas a punto de resbalar’?
  • ¿Crees que todas las civilizaciones comparten más o menos los mismos muebles y utensilios? ¿Acostumbramos a hablar en Andalucía de ‘tatamis’? ¿Y los japoneses? ¿Crees que hablan de ‘botijos’ con frecuencia? ¿Crees que tenemos las mismas ideas y creencias?

En la opinión personal podéis hablar de todas las cuestiones que se desarrollan en el último bloque del trimestre, en especial de las que se refieren a las funciones del lenguaje humano y a los géneros literarios. Tened mucho cuidado con las faltas de ortografía y de expresión. Suerte.

Ideas de hoy para un mañana mejor

Ideas de hoy para un mañana mejor

domingo, 2 de mayo de 2010

Fantástica para principiantes.



El receptor debe usar y no abusar del texto; la intención del autor y la del lector debieran coincidir. Esta coincidencia no es fácil, entre otras cosas porque ambos deben compartir un mismo saber. Claro que abusar de un texto puede ser una de las aficiones más divertidas y gamberras de un lector con fuertes convicciones hermenéuticas. No pretendo ser original con esto: intentad leer en clave erótica El Cantar de los Cantares de San Juan de la Cruz... De hecho, era Borges quien decía que el gran libro de la Literatura Fantástica es La Biblia. No obstante, queremos centrarnos en la interpretación adecuada de un texto y para no explicarlo en absoluto proponemos la lectura del siguiente texto de Augusto Monterroso:

Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí.




Aunque no lo parezca, es un cuento.

Comentario personal del texto:


Si el lector conoce la trayectoria literaria de Monterroso y conoce la obra a la que pertenece el texto, su capacidad interpretativa –su competencia lingüística- será mayor. Para empezar, le sorprenderá mucho menos su brevedad y, además, no cuestionará su género narrativo.
Los límites del texto son tan abiertos que no parece una narración; sabemos que lo es por el contexto. Monterroso reinventa el género. Lo que pretende es desconcertar y jugar; parece querer decir: "¡Recupera el texto y acábalo! Haz con él lo que quieras". La complicidad entre autor y receptor es casi absoluta y la función lúdica primordial. No cabe analizar nada más. El comentario sólo puede ser pragmático, centrándose casi exclusivamente en el análisis de las expectativas del lector, precisamente las que él mismo imagine.